Mes: septiembre 2018
The Dickens Inn, Londres
a través de The Dickens Inn, Londres
LA LUNA LLENA
Estos días la luna ha sido la protagonista de mis noches, tan brillante, tan intensa, tan luminosa… que me hacía olvidar las tinieblas. De repente las sombras se disipaban y el sueño daba paso a la contemplación de esa belleza estelar de la media luz cargada de esas suavidades que estimulan la imaginación desde cualquier ángulo de la puerta o de la ventana. La caricia de una luz suave y delicada le daba otro perfil a las cosas, los árboles, las flores, las lomas, el mar, la pequeña orografía que abarcaban mis ojos, me ofrecían las imágenes desde otra dimensión, que en otros momentos, me hubieran pasado desapercibidos. Disfruté los realces, los montículos, las geometrías del cerro que rodea mi casa y hasta divisé las pequeñas almendras ya casi maduras en octubre. Es bueno detenerse en los detalles del misterio. Le sonreí a la noche, supe que la luna me…
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Ana Ajmátova. Poetisa Rusa
http://www.materialdelectura.unam.mx/index.php/16-poesia-moderna/poesia-moderna-cat/80-034-ana-ajmatova?showall=1
Nacida en Odessa, en 1899, Ana Ajmátova veía transcurrir muellemente su privilegiada juventud en una pequeña villa de la residencia de veraneo del Zar, cuando contrajo matrimonio con Nikolai Gumielev a los veintiún años. El ritual obligado de la cultura rusa de entonces no tardará en cumplirse. Al año siguiente de la boda, Ana viaja a París, se hace amiga de Modigliani, quien ejecuta 16 retratos de ella (de los cuales uno solo ha sobrevivido), y a su regreso a la querida patria comienza a escribir seriamente.
Es la época de las escisiones dentro de la corriente simbolista rusa, pese a los afanes ortodoxos de su sumo sacerdote, Viacheslao Ivánov. De las prestigiosas reuniones semanarias a las que Ajmátova asiste, pronto surgirán dos grupos disidentes, a su vez opuestos entre sí: los futuristas y los acmeístas. El ala radical está representada por los futuristas, de los cuales Mayakovski es uno de sus principales exponentes: niegan el lenguaje poético y exigen la autonomía de las palabras, introduciendo el lenguaje coloquial para lograr un deliberado efecto antipoético.
Por su parte, el acmeísmo significa una ruptura total con el viejo simbolismo. Sus cultivadores más notorios: Gumielev, Ajmátova y Osip Mandelstam, cuestionan directamente la actitud vital de los simbolistas. Les gusta llamarse a sí mismos artesanos, pues consideran al lenguaje como a cualquier otro material del que deben aprenderse sus cualidades naturales y sus limitaciones. Rechazan, por ello, las diferenciaciones entre lo poético y lo no-poético. Con toda legitimidad, cualquier percepción o experiencia puede ingresar en la esfera creativa del poeta. Pero no había radicalismo populista o político alguno en esa postura. Se trataba en esencia de una aproximación religiosa al fenómeno poético, que concebía a la vida como una dádiva. Había la convicción de que para agradecerla mejor eran indispensables tanto la tradición de los valores judeocristianos de Occidente como la religión misma.
Sin embargo, la evolución posterior de la poesía de Ajmátova estará en gran medida determinada por la irrupción de la Historia en la vida personal de la mujer. Habiendo visto naufragar su matrimonio y obtenido el divorcio en 1918, apenas seis años después del nacimiento de su único hijo: León Gumielev, durante la hambruna desatada por la Revolución de Octubre, Ana gana su ración trabajando como bibliotecaria en el Instituto de Agronomía de Petrogrado, sin dejar de asistir junto con Mandelstam a la Academia de Artes para ofrecer recitales de poesía en beneficio de los heridos. Después de publicar su tercer volumen de versos, sufre la violenta pérdida de su ex esposo en 1921, fusilado por los bolcheviques tras haber sido condenado por participar en una conspiración en contra del nuevo régimen. Este oprobioso acontecimiento pesará como un estigma sobre Ajmátova y su hijo hasta el fin de sus días. Hubiera sido fácil para ella refugiarse en París o en otra ciudad europea, como tantos otros miembros de su clase social, pero el acendrado amor que tenía hacia su patria hacía impensable ese proyecto.
El terror stalinista será implacable con la víctima propiciatoria. El Comité Central del Partido Comunista dicta desde 1925 “instrucciones especiales” para que no se publique ni un verso más de Ana Ajmátova. A lo largo de diez años, su silencio será casi total, hasta que, en 1935, su hijo sea arrestado durante la ola represiva que levantó el asesinato de Kirov. En apariencia, el apellido de Gumielev había sido razón suficiente para pronunciar la acusación en contra del muchacho.
Una vez transcurrido su primer invierno bélico en el sitio de Leningrado, Ajmátova debe ser evacuada a un distante lugar del Asia Central, donde pasa varios años al lado de la viuda de Mandelstam. Hacia el final de la sangrienta Segunda Guerra finca de nuevo su residencia en Leningrado, dispuesta a resarcirse como escritora. Pero en 1944, al concluir un recital suyo en el Museo Politécnico de Moscú, es aclamada de pie por tres mil asistentes. “¿Quién organizó esa ovación?”, rugirá Stalin al enterarse. Es el preludio de un nuevo congelamiento, que se hace oficial en 1946, cuando la segunda prohibición para la publicación de sus obras se acompaña de una larga declaración de un miembro prominente del Politburó en la que se acusa a Ajmátova de “individualista”, de que sus temas son “ajenos a las masas” y de que recurre a “elementos de tristeza, nostalgia y misticismo”.
Una acusación semejante sólo podía tener como corolario, entonces, el arresto inmediato. En este caso específico fue el hijo quien debió padecer su tercer arresto. Temiendo un cateo similar al que había presenciado como consecuencia de la aprehensión de su amigo Mandelstam en 1934, Ajmátova quema en una estufa su vasta obra inédita. Años más tarde tratará de reconstruirla parcialmente, habiéndose perdido para siempre una obra de teatro dirigida contra el régimen stalinista, el cual deberá haber llegado a su término para que, en 1956, pueda ser liberado León Gumielev, sólo dos meses antes de que se celebre el xx Congreso del PCUS y Krushev denuncie al Padre Stalin en su Discurso Secreto. Diez años después, fallece la anciana.
El signo de la poesía de Ana Ajmátova es el de la transparencia. Se explica por sí misma. Surgida en uno de los periodos históricos más convulsos y contradictorios de nuestro siglo, se levanta como un testigo excepcional de los sucesos circundantes. Elabora un conmovedor testamento para las generaciones posteriores que, como Ana creía firmemente, nunca dejarán de amar la poesía, aun en los tiempos más difíciles.
Cristiana ortodoxa, azotada por los rigores de la revolución y la guerra antifascista, proscrita como indeseable por el realismo burocrático llamado “socialista”, pervive a pesar de todo como una gran poeta, conservando intactas hasta hoy su vitalidad y su frescura. Ya lo decía Osip Mandelstam, el amigo entrañable: toda gran poesía es una respuesta al desastre total.
Leyendo a Hamlet A la derecha del cementerio hay un sembradío estéril; detrás, un río de azul centelleante. Tú dijiste: —Está bien, vete a un convento o cásate con un necio… Era la clase de cosas que siempre dicen los príncipes, (Kiev, 1909)
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Tres cosas le encantaban Tres cosas le encantaban a él: los pavos reales blancos, las oraciones vespertinas y los desteñidos mapas de América. No soportaba los mocosos chillones, ni la mermelada de frambuesa con su té, ni la histeria femenina …y estaba atado a mí. (1911)
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Me retorcía las manos Me retorcía las manos bajo mi oscuro velo. —¿Por qué estás pálida, qué te intranquiliza? —Porque hice de mi amado un borracho con una recóndita tristeza. Nunca lo olvidaré. Salió tambaleándose: Y le grité, conmocionada: —Todo lo decía (Kiev, 1911) |
¿Cómo puedes mirar el Neva? ¿Cómo puedes mirar el Neva, cómo puedes pararte sobre los puentes? No importa si la gente piensa que sufro, Su Imagen no me dejará partir. Las alas de los ángeles negros pueden acabar con uno, pero yo cuento los días hasta el juicio final. Las calles están manchadas con piras espeluznantes, hogueras de rosas en la nieve.
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Para Alexander Blok Llego a casa del poeta. Un domingo. Precisamente a mediodía. La estancia es grande y tranquila. Afuera, en el helado paisaje, cuelga un sol color frambuesa Sus ojos son tan serenos Pero la plática es lo que recuerdo (Enero de 1914) |
Todo me ha sido arrebatado Todo me ha sido arrebatado: el amor y la fuerza. Mi cuerpo, precipitado dentro de una ciudad que detesto, no se alegra ni con el sol. Siento que mi sangre congelada está. Burlada estoy por el ánimo de la Musa Sólo la Conciencia, más terrible cada día, (Sebastopol, octubre de 1916) |
Ahora ya nadie querrá escuchar canciones Ahora ya nadie querrá escuchar canciones. Los amargos días profetizados llegan desde la colina. Te lo digo, canción, el mundo ya no tiene maravillas; no destroces mi corazón, aprende a estarte quieta. No hace mucho, libre como cualquier golondrina, (1917)
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No sabemos cómo decirnos adiós No sabemos cómo decirnos adiós: erramos por ahí, hombro con hombro. Ya el sol está bajando, vas taciturno, soy tu sombra. Entremos en una iglesia a ver O sentémonos en el cementerio, (1917) |
Todo ha sido saqueado Todo ha sido saqueado, traicionado, vendido. Las grandes alas negras de la muerte rasgan el aire, la Miseria roe hasta los huesos. ¿Cómo, entonces, no desesperarse? Durante el día, desde cercanos bosques, Y lo milagroso se acerca inminente (1921) |
No soy de esos que abandonaron la tierra No soy de esos que abandonaron la tierra a merced de los enemigos. Sus halagos me dejan fría, mis canciones no son para que las alaben ellos. Pero me dan lástima los exilados. Pero aquí, en la penumbra de la conflagración, De seguro el cómputo se hará (1922) |
La mujer de Lot Y el hombre justo acompañó al luminoso agente de Dios por una montaña negra, siguiendo su huella, mientras una voz incansable acosaba a la mujer: —No es demasiado tarde, aun puedes mirar hacia atrás. Hacia las torres rojas de tu Sodoma nativa, Una sola mirada: súbita punzada de dolor ¿Quién penará por esta mujer? ¿No le resulta (1922-24) |
Réquiem 1935-1940 Ningún cielo extranjero me protegía, ningún ala extraña escudaba mi rostro, me erigí como testigo de un destino común, superviviente de ese tiempo, de ese lugar. (1961)
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A guisa de prólogo
En los espantosos años del terror yezoviano me pasé diecisiete meses aguardando en una fila, ante el umbral de la prisión de Leningrado. Cierto día, alguien me identificó en la muchedumbre. Detrás de mí se hallaba una mujer, con los labios azules de frío, que, es claro, nunca antes me había oído llamar por mi nombre. Entonces salió del entumecimiento común y me preguntó en un susurro (allí todo mundo susurraba): —¿Puede describir esto? Y le contesté: —Puedo. Una especie de sonrisa cruzó fugazmente por lo que alguna vez había sido su rostro. (Leningrado, abril 1 de 1957)
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Dedicatoria Un dolor semejante podría mover montañas, e invertir el curso de las aguas, pero no puede hacer saltar estos potentes cerrojos que nos impiden la entrada a las celdas atestadas de condenados a muerte… Para algunos puede soplar el viento fresco, para otros la luz solar se desvanece en el ocio, pero nosotras, asociadas en nuestro espanto, sólo escuchamos el chirriar de las llaves y las pisadas de las recias botas de la soldadesca. Como si nos levantáramos para misa primera, día a día recorríamos el desierto, andando la calle silenciosa y la plaza, para congregarnos, más muertas que vivas. El sol había declinado, el Neva se había opacado y la esperanza cantaba siempre a lo lejos. ¿Que sentencia se dictó?… Ese gemido, ese repentino fluir de lágrimas femeninas, señala a una distinguiéndola del resto, como si la hubieran derribado, arrancándole el corazón del pecho. Entonces déjenla ir, trastabillando, a solas. ¿En dónde estarán ahora mis innombrables amigas de aquellos dos años de estadía en el infierno? ¿Qué espectros se burlan de ellas ahora, en medio de la furia de las nieves siberianas, o en el círculo nublado de la luna? ¡A ellas les lloro, Hola y Adiós! (Marzo de 1940)
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Prólogo Era aquella una época en que sólo los muertos podían sonreír, liberados de las guerras; y el emblema, el alma de Leningrado, pendía afuera de su casa-prisión; y los ejércitos de cautivos, pastoreados en los patios ferroviarios, se evadían de la canción entonada por el silbato de la máquina, cuyo refrán iba así: ¡Váyanse parias! Las estrellas de la muerte pendían sobre nosotros. Y Rusia, la inocente, la amada, se contorsionaba bajo las huellas de botas manchadas de sangre, bajo las ruedas de las Marías Negras. 1 Llegaron al amanecer y te llevaron consigo. (1935) 2 Apaciblemente fluye el Don Apacible; 3 No, no es la mía: es la herida de otra gente. 4 Ellos debieron haberte mostrado —burlona, 5 Durante diecisiete meses he gritado 6 Las semanas escapan de la mente, 7 La sentencia La palabra cayó como una piedra No hay silencio. El festín del cálido verano 8 A la muerte Vendrás de todos modos. ¿Por qué no ahora? 9 Ya la locura levanta su ala Ahora todo está claro. Inútil caer de rodillas (Mayo 4 de 1940) 10 Crucifixión “No llores por mí, madre, I Un coro de ángeles glorificó aquella hora, II María Magdalena se dio un golpe de pecho y sollozó. (1940-43) |
Epílogo I He entendido cómo los rostros se vuelven huesos, II Con el año nuevo regresa la hora del recuerdo. (Marzo de 1940) |
Cleopatra
Soy aire y fuego… Ya ha besado los labios muertos de Antonio, Por ahí viene el último hombre arrebatado por su belleza, Mañana encadenarán a sus hijos. Nada le resta (1940) |
En 1940 (Fragmento) I Ni un salmo se oye Algún día emergerá de nuevo Y ahora, sobre el París deshauciado, ese silencio cae. II A los londinenses Hoy el tiempo escribe con mano impasible (1940) |
El sauce Crecí en medio de un poblado silencio dentro de la cuna fría del naciente siglo. Las voces humanas no me tocaban. Eran las voces del viento lo que oía. Concedí mis favores a las badanas y a las yerbas malas, pero lo más preciado, para mí, fue el sauce plateado, gran compañero a través de los años, cuyas llorosas ramas avivaron con sueños mi insomnio. Increíblemente he sobrevivido: afuera sólo un tronco cercenado permanece. Ahora otros sauces recitan bajo nuestros cielos con voces alienadas. Y yo quedo en silencio, como si hubiera perdido un hermano. (1940) |
Esta época cruel me ha desviado Esta época cruel me ha desviado como a un río fuera de su curso. Desviada de las riberas familiares, mi cambiante vida fluyó a un canal hermano. Cuántos espectáculos me perdí: el telón alzándose sin mí y cayendo también. Cuántos amigos que nunca tuve oportunidad de conocer. Aquí, en la única ciudad que puedo llamar mía, donde caminaría dormida sin perderme, cuántos cielos extranjeros pude soñar que no rendirían testimonio a través de mis lágrimas. ¡Y cuántos versos fui incapaz de escribir! Sus coros secretos me acechan muy de cerca. Un día, acaso, me estrangularán. Sé los comienzos y también los finales. y la vida-en-la-muerte y alguna otra cosa que mejor será no recordar ahora. Cierta mujer ha usurpado mi sitio y usa mi verdadero nombre, dejándome sólo un apodo con el que he procedido lo mejor que he podido. La tumba a la que vaya no será la mía. Pero si pudiera salir de mí misma, y contemplar a la persona que soy, sabría, por fin, qué es la envidia. (Leningrado, 1944) |
Epigrama ¿Hubiera podido Beatriz escribir como Dante, o Laura glorificar las penas de amor? Yo instauro el estilo para el verbo de la mujer. ¡Dios me ayude a callarlas de nuevo! (1960) |
Proteger
Telescopio de Arecibo
En el año 1963, en el norte de la isla Arecibo (Puerto Rico), cerca del Ecuador a fin de poder observar todos los planetas del Sistema Solar, se construyó el observatorio astronómico denominado “National Astronomy and Ionosphere Center (NAIC)”. Está administrado por la Universidad de Cornell.
El telescopio de Arecibo tiene una antena principal esférica, de 305 metros de diámetro, construida dentro de una depresión. Es la antena convergente más grande y curvada del mundo, lo que permite la recepción de ondas electromagnéticas mucho más débiles, mejor que en cualquier otro telescopio.
La antena es fija, pero el receptor situado sobre una plataforma de 900 toneladas y suspendido en el aire, a 150 metros, por 18 cables sujetados por tres torres de hormigón armado, se halla en el punto focal de la antena, de modo que intercepta todas las señales reflejadas desde las diferentes direcciones por la superficie esférica.
En abril de 1964, lo usaron para determinar que el período de rotación de Mercurio no era de 88 días, como se creía, sino de sólo 59 días.
El 15 de enero de 1975 los científicos publicaron en Astrophysical Journal un artículo sobre el descubrimiento de PSR 1913+16, el primer púlsar binario (PSR significa púlsar, 1913+16 es su localización en el cielo, equivalente a longitud y latitud). En el 1993, ambos recibieron el Premio Nobel en Física por su hallazgo, el cual tuvo profundas implicaciones para las ciencias astrofísicas y la teoría general de relatividad.
En agosto de 1989, por primera vez en la historia, el observatorio tomó una foto de un asteroide: el asteroide 4769 Castalia.
En 1990, se descubrió el púlsar PSR B1257+12, lo que más tarde condujo a descubrir sus dos planetas orbítales, que fueron los primeros planetas extra-solares descubiertos.
El telescopio también tuvo utilizaciones de inteligencia militar, por ejemplo para localizar las instalaciones soviéticas de radar, detectando las señales que rebotaban sobre la Luna.
Es la fuente de datos para el proyecto SETI propuesto por el laboratorio de ciencias espaciales de la Universidad de Berkeley.
En 1974, se realizó una tentativa de enviar un mensaje hacia otros mundos. El mensaje de 1.679 bits transmitido desde el radiotelescopio se envió dirigido hacia el cúmulo globular M13, que se encuentra a 25.000 años luz.
En enero de 2008, se detectaron moléculas de metanimina y cianuro de hidrógeno, a partir de mediciones de espectroscopia de la galaxia Arp 220. Estos dos compuestos, junto al agua forman el más simple de los aminoácidos que generan las proteínas en los seres vivos. Se cree que a partir de él nació la vida en el planeta Tierra hace millones de años.
El 25 de noviembre de 2013, El Nuevo Día publicó que en el 1974, un joven profesor universitario envió a su primer estudiante doctoral a pasar varias semanas en Arecibo para cazar púlsares. Luego de semanas de identificar púlsares nuevos para la ciencia, una de las señales que se analizó se veía extraña y diferente a las demás, ya que no tenía una periodicidad típica. Tras varios días adicionales de observación, Dr. Russell Hulse y Dr. Joseph Taylor se convencieron de que lo que estaban observando era un nuevo objeto astronómico
Ha sido utilizado para observar el asteroide 1950DA, considerado como el objeto más próximo a la Tierra.
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