Dos lecturas sobre anarquismo

Prólogo a la moral de Kropotkin
El mundo cruel y despiadado del neoliberalismo o de la globalización, que es preferible llamar capitalismo a secas porque se asienta en las mismas bases de  saqueo y masacre desde 1492, ostenta la moral para justificar guerras y asesinatos que le reportan una mayor ganancia inmediata. E ignora la ética cuando le conviene, o sea casi siempre.
¿Podemos actuar igual para defendernos? ¿Es la única moral útil la de amontonar dinero y poder?
Este ensayo de Kropotkin –publicado en 1890 en francés– cuestiona, discute y propone soluciones. Dejando la forma torpe de imaginar un diálogo con animales, Kropotkin sigue eficaz porque se apoya en una actitud de identificación con la especie humana, sin paraíso ni infierno, sin jerarquía, estar con todos para que todos avancemos. “[…] Y cuando veas una iniquidad y la hayas comprendido –una iniquidad en la vida, una mentira en la ciencia o un sufrimiento impuesto por otro– rebélate contra la iniquidad, la mentira y la injusticia. ¡Lucha! La lucha es la vida, más intensa si la lucha es más viva. Y entonces habrás vívido, y por algunas horas
de esta vida no darás años para estar vegetando en la podredumbre del pantano”.
La violencia contra los explotadores es por lo tanto la base de la moral. La moral se construye edificando una sociedad justa para todos. Los privilegios son siempre la podredumbre de una sociedad: Estados Unidos y China hoy por hoy, la URSS ayer,
encarnan un sarcasmo de moral. Y mientras existan sociedades de este tipo, habrá que luchar en su contra. Tal es el mensaje de Kropotkin.
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